jueves, 29 de julio de 2010

SOBERANIA

El concepto de soberanía no fue manejado ni por griegos ni por romanos. Dice George Jellinek que la idea de soberanía inicia su forja en la Edad Media.
La soberanía, según la clásica definición de Jean Bodin, se entiende, en síntesis, como poder absoluto y perpetuo de un estado, y es soberano quien tiene el poder de decisión, de dar leyes sin recibirlas de otro, es decir, aquel que no está sujeto a leyes escritas, pero sí a la ley divina o natural, origen último del poder.
Por tanto, el soberano es el que tiene de modo efectivo e indiscutible la última palabra en los asuntos trascendentes de la nación sea mediante decisiones puntuales e irresistibles o mediante la elaboración de leyes de obligado cumplimiento. El soberano, por tanto, y asimismo, es el garante de la paz social y de la buena marcha de la sociedad. Por supuesto el soberano natural en el tiempo en que Jean Bodin escribe es el monarca absoluto, en el que se subsumen los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Dos siglos más tarde, en 1762 Rousseau, preanunciando la futura revolución francesa democrática, retoma la idea de soberanía pero con un cambio sustancial. Ahora se habla de una soberanía popular. El soberano es así la colectividad o pueblo, ese mismo pueblo que en el antiguo régimen de la monarquía absoluta era el súbdito obligado. Esta colectividad o pueblo se entiende ahora como el origen del poder, y del derecho, como el sujeto que tiene la última palabra en los asuntos trascendentes politicos, sociales, económicos…, el que toma las decisiones decisivas, el que de modo final formula las leyes. La Constitución francesa de 1793 fue el primer texto legal que estableció que "la soberanía reside en el pueblo”.
El pueblo gracias a esta nueva concepción pasa a ser, a la vez, soberano y súbdito de sí mismo. Esto lleva a una dificultad práctica: la de cómo gobernarse y obligarse a sí mismo, dificultad que se soluciona sosteniendo que del pueblo surge la autoridad política por elección, en la que el pueblo enajena, una vez legalmente nombrada, sus derechos y a cuyas órdenes se somete. El pueblo soberano, como cuerpo electoral, elige la autoridad política que expresa una vez actuante la voluntad general tanto en actos legislativos como de gobierno.
El origen del poder que recibe el soberano ya no es trascendente: Dios, sino inmanente, es un origen completamente humano, se da así la creación un sujeto indeterminado, que se denomina la voluntad general. La voluntad general tiene el poder soberano, es decir, es aquella que señala lo correcto y verdadero, las minorías cuya voluntad no se reconoce en esa voluntad general deben acatarla a pesar de todo y ponerse con independencia de lo que piensen en conformidad con lo que dice la voluntad colectiva. Esto hace que la autoridad política se entienda como un mandatario de la voluntad colectiva, los mandatarios deben realizar lo que su mandante le indica, en este caso, la voluntad general, y a ella se deben sin poder resistirse, en la medida que así actúen los representantes del pueblo se convierten en irresponsables, se trata de una inclinación a la democracia directa.
Esta concepción russoniana dio paso a múltiples abusos, porque en nombre de la voluntad "general" o pueblo, se asesinó y destruyó indiscriminadamente. Generó actitudes irresponsables y permitió el atropello a los derechos de las minorías, por ello surge de mano de un cristiano, el abate Sieyes la concepción de la soberanía como soberanía nacional. Dice Sieyes que la soberanía está radicada en la nación y no en el pueblo, queriendo con ello que la autoridad no obrara solamente tomando en cuenta el sentimiento mayoritario de un pueblo en determinado momento y situación, que podía ser objeto de influencias, manipulaciones o pasiones irracionales, sino que además tuviera en cuenta el legado histórico y cultural de esa nación, y de los valores y principios bajo los cuales se había fundado. Además el concepto de nación contempla a todos los habitantes de un territorio, sin exclusiones ni discriminaciones, Sieyes en su panfleto Qué es el Tercer Estado, identificaba los intereses de éste Tercer Estado o burguesía, es decir: los no privilegiados con los de la nación francesa. Sieyes indica que los parlamentarios son representantes y no mandatarios (mandados directamente por el pueblo a obtener determinados resultados), puesto que éstos representantes gozan de autonomía propia una vez que ya han sido electos, y ejercen sus cargos debiendo atenerse responsabilidad y objetividad en el momento de legislar.
La soberanía nacional es un concepto ideológico posteriormente formulado por la teoría política liberal, que hace pertenecer la soberanía a la nación, una entidad abstracta y única, vinculada normalmente a un espacio físico (la terra patria o patria), a la que pertenecen los ciudadanos presentes tanto como los pasados y futuros, y se define como superior a los individuos que la componen. La soberanía nacional se traduce en un régimen representativo, porque la nación no puede gobernarse a sí misma directamente (ni siquiera en los sistemas de democracia directa, dada la imposibilidad de reunir de hecho a la "nación eterna"). La simple mayoría del pueblo no es necesariamente la voluntad de la nación, si esta es superior a los ciudadanos individuales.
Al conformar así el concepto, el individuo es parte de la nación, pero ésta es un todo que no le representa directamente. No será pues automática la aplicación del sufragio universal igual para todos y con poder de decisión, tal como se pretenderá con el concepto de soberanía popular. En la concepción restringida de soberanía nacional, el voto no es un derecho del individuo, sino que esta función será reservada para quienes reúnan la dignidad suficiente, generalmente unida a la riqueza personal (por entender que estarán más identificados con los intereses de la nación), y por tanto se justifica el sufragio censitario, entra así un nuevo tipo de abuso político, si la soberania popular era arbitraria y podía generar abusos, ahora tenemos un nuevo abuso de corte oligárquico.

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